De París escribe Miramón, que probablemente Napoleón sacará
sus fuerzas de México, porque está dado al diablo con Maximiliano. Algo
serio debe haber, si hemos de juzgar por lo que escribe Degollado a su
hermano y por lo que dijo Gutiérrez Estrada a Mr. Aspinwall.
De todo eso he hablado a usted en mis epístolas anteriores.
Remito a usted unas cuantas cartas que he recibido del compadre
(Francisco) Mejía para que vea las noticias.
Hoy he escrito muchas cartas a México, Veracruz, Minatitlán, etc.,
explicando el mensaje para que no se descorazonen los nuestros.
Nada sé, por supuesto, de los bonos; pero imagino que no se
conseguirá un solo real, porque se han ofrecido al mercado en la peor
circunstancia. Dejamos perder los buenos momentos y ahora es
imposible hacer cosa de provecho. Plumb me dijo y ayer me repitió
Marín, que Romero nada espera. Yo creí que esperaba algo cuando dio su
aprobación al negocio de Carbajal.
En ese negocio, la casa extranjera nada perderá, pues si nada se
vende tendrá derecho a un millón de pesos, según cláusula del contrato.
¡Parece mentira!
En fin, yo nada sé de ese asunto, sino que no ha producido nada
absolutamente.
Basta por ahora. Repito que en mis otras cartas van las noticias de
mayor importancia.
No tendré tiempo de contestar por este correo la carta de usted
fecha diez del pasado, que sin duda recibiré muy tarde hoy o mañana
temprano.
Todos estamos buenos. Las noticias de Mejía son del 18 del
pasado. Las cosas por aquel rumbo siguen perfectamente.
En la Cámara belga ha habido una interpelación al gobierno, contra
el envío de belgas a México.
En Viena la prensa toda está en contra de Maximiliano.
El enviado extraordinario de Chile tuvo un gran banquete hace dos
días. Fui invitado y contesté el brindis de aquel señor en que se habló
mucho de usted y de México.