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LA COMISIÓN DEL CONGRESO DE OAXACA ENTREGA A
JUÁREZ UN DECRETO Y UNA MEDALLA DE ORO
Ciudadano Presidente:
Todos los pueblos de la tierra han consagrado siempre un recuerdo de
gratitud a los bienhechores de la humanidad y de la patria, ya
inscribiendo sus nombres sobre el mármol de los templos o levantando
monumentos que perpetúen su memoria y sirvan de ejemplo a las
generaciones venideras para que imiten la noble conducta de sus
progenitores.
Cuando no es la adulación ni otra pasión innoble la que promueve
el desarrollo de esos sentimientos, sino que son inspirados por la gratitud,
son sin duda la ofrenda más sencilla, pero a la vez la más grata que se
puede ofrecer a un ilustre ciudadano que como vos, no aspira a las
grandezas del cortesano, y que su más glorioso timbre es el nombre que
ha sabido conservar sin mancha a través de la tempestad que, por más de
seis años, amenazó día a día destruir la independencia nacional.
El pueblo oaxaqueño, que se enorgullece con llamaros su
compatriota, y que aprecia en su verdadero valor las altas virtudes cívicas
de su hijo predilecto, ha decretado, por medio de sus legítimos
representantes, que habéis merecido bien del estado, ofreciéndoos una
medalla, que hoy tenemos el alto honor de poner en vuestras manos.
Recibid, pues, ciudadano Presidente, esa pequeña ofrenda que el
estado de Oaxaca os consigna. No la estiméis en su valor real, porque
ninguno tiene y sólo ved en ella representados los sentimientos de
gratitud y respeto con que nuestro estado ve los eminentes servicios
prestados a la nación por el Cincinato mexicano, por el hijo de Oaxaca.
Dije.