En la sesión de ese día, el Congreso, prácticamente por
unanimidad, rechazó la convención, toda vez que votaron 75 diputados
en contra y el acta no registra votos en pro.
Zamacona presenta su renuncia, desde luego, en importante
documento en que analiza la situación. A ruego de Juárez deja en
suspenso su renuncia, y vuelve al Congreso a insistir se reconsidere la
decisión, pero el día 23 el Poder Legislativo mantiene su actitud y, en
cambio, se deroga la ley de 17 de julio.
Enterado de lo ocurrido, Wyke presenta al gobierno un ultimátum
exigiendo la derogación de la ley de 17 de julio y la designación de
comisionados del gobierno británico que administren los ingresos
aduanales y estén facultados a reducir las cuotas del arancel en 50%.
El acta del 25 de noviembre muestra la franca hostilidad del
Congreso, por lo que Zamacona, en documento de esa fecha, insiste en su
renuncia como ministro de Relaciones, si bien precisa la situación y
señala la grave responsabilidad que ha asumido el Congreso.
A la vez envía a este cuerpo colegiado una documentada y prolija
exposición en que solicita una reconsideración del acuerdo tomado, lo
que es rechazado por segunda vez en la sesión del día 28.
Zarco, desde las páginas dE Siglo Diez y Nueve
,
apoya y sostiene
la posición del gobierno de Juárez y califica de errónea la actitud del
Congreso. Ello motiva que el diputado Juan Suárez Navarro inicie una
interesante polémica que en parte se reproduce en este capítulo.
El Congreso, en franca exaltación, no sólo hace ostentación de su
hostilidad al Poder Ejecutivo, sino que trata de enjuiciar a Zamacona,
ministro dimitente, por haber dado a publicidad documentos que la
asamblea considera reservados. La gestión, por fortuna, no prospera.
En cambio examina, discute y aprueba una amplia ley de amnistía
por delitos políticos en que se hacen reducidas excepciones.
Juan de Dios Arias, oficial mayor del ministerio de Relaciones,
envía a de la Fuente una breve y acertada síntesis de lo ocurrido, en que
se destaca la preocupación por la inminente expedición española.
Saligny estuvo al margen de las negociaciones; las ignoró hasta el
momento que se presentó la convención al Congreso, pero tomó cruel