vacilo en suplicárselo a usted.
Zerman ha dado a Zuccani una libranza contra el gobierno por
los 2,500 pesos que le ha prestado. El segundo me preguntó si será
pagada y le contesté que creía que sí, pero que yo ninguna seguridad
podía darle sobre el particular.
Al Sr. Lerdo le he escrito varias veces que Zerman es la única
persona de quien estoy contento, en lo relativo al asunto de que vino
encargado. Ha trabajado con actividad, constancia y viveza y puede
usted estar seguro de que si no salimos de ese negocio con felicidad, no
será por culpa de él ni mía, pues hemos puesto cuanto ha estado de
nuestra parte. Ambos hemos pasado días amargos, él por la falta de
recursos y yo por los contratiempos del negocio y la necesidad de
permanecer en Londres, ciudad cara y triste en donde no me convenía
vivir.
He recibido varios recados de un inglés, amigo mío, que ha tenido
en México varias entrevistas con el archiduque y aun ha comido con él,
instándome a que me vaya con el archiduque, quien le ha hablado de mí
y de quien sería muy bien recibido. He contestado simplemente que el
archiduque no puede ni debe permanecer en México. Seguramente
recuerda que fui el único que le dijo en Europa la verdad y supondrá
que no lo engañaría si me tuviera a su lado.
Voy en el noveno mes de haber salido de México y aún no recibo
una letra de ustedes. Esto me tiene inquieto, porque no puedo probar en
Europa que existe el gobierno constitucional.
Deseo a usted felicidades y me repito su afectísimo amigo y
seguro servidor q. b. s. m.
Jesús Terán
Zuccani y Zerman me dicen que no son 2,500 sino 3,000, por los que el
primero ha prestado al segundo.